Ana Elena Pena escribe relatos, textos cortos y poemas en la línea del realismo sucio y la pornografía romántica, sin abandonar la ternura y la delicadeza en su forma y contenido, al igual que hace en sus dibujos, ya que es pintora y dibujante a ratitos. Su obra es un viaje surrealista de colores vivos y trazos suaves que nos enfrenta a los miedos y obsesiones de la sociedad moderna, a la vez que critica ferozmente el culto exagerado a la belleza, el abuso y la violencia en todas sus formas. Le publicaron Hago pompas con saliva y también ha autoeditado cuatro libros de textos cortos y poemas: Sangre en las rodillas, Antídotos contra la belleza, La ciudad de las niñas perdidas y Cicatrices, que puedes encontrar en algunas librerías de Valencia y en su página web. Aquí su blog, su facebook y su twitter.
Algunas imágenes de Ana Elena:
Aquí podéis leer su poema: Con tal de no estar solos, que forma parte de su poemario Sangre en las rodillas:
Con tal de no estar solos
andamos con locos, con idiotas y borrachos,
con mujeres vacías o de moral dudosa.
Mentimos a los padres,
juramos en vano,
entregamos la piel y comprometemos nuestros sueños
cruzando la calle a ciegas
con el primero que nos da la mano.
Con tal de no estar solos
montamos una gran farsa a la que llamamos AMOR
(así, con mayúsculas)
sacando conejos muertos de una chistera,
barajando con trampas nuestras cartas
y haciendo trucos malos con espejos
para no darnos de bruces con la realidad
y alejar de nosotros el miedo
a estar solos.
Porque, con tal de no estarlo, o de no parecer que lo estamos,
pasamos hambre, despilfarramos dinero,
oímos sin escuchar
abrazamos sin abarcar
y nos convertimos en autómatas desesperados,
olvidando lo hermoso que es sentarse a esperar a que las cosas,
sencillamente,
sucedan.
El olor a jazmín de las noches de verano y el hallazgo inesperado de lo auténtico, que nos ha de encontrar desprevenidos, despojados de artificios, sin adornos, desarmados y tranquilos.
Liberados de todo lo que pesa y esclavos de lo vaporoso, lo ingrávido…
Dejarse llevar…
Pero con tal de no estar solos
ni siquiera un momento,
seguimos buscando y seguimos fingiendo.
Maquillamos lo que se ve, y lo que no también,
por temor a que descubran nuestros defectos
y la fragilidad que se esconde tras ellos.
Nos apremia el desamparo, la angustia y la prisa…
de modo que nos devora la noche y nos descubre el día
casi siempre en el lugar inadecuado,
donde un incómodo silencio
(y un dolor en el pecho)
no reprochan una y otra vez
todas esas tonterías que hacemos
aquí y ahora,
mañana y siempre
con tal de no estar solos.
Ana Elena Pena